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Basílica de Santa María la Real de Covadonga. |
A unos diez kilómetros de distancia en automóvil desde el consejo (denominación que reciben los municipios en
Asturias) de
Cangas de Onís, entramos en el
Parque Nacional de los Picos de Europa, el segundo más visitado de
España tras el Parque Nacional del Teide.
La primera parada obligatoria que nos encontramos en el camino antes de llegar a los famosos lagos de esta parroquia es en el
Santuario de Covadonga.
Este santuario es un complejo dedicado a la
Virgen de Covadonga que conmemora a su vez, la
Batalla de Covadonga, considerada como el comienzo de la reconquista española a los musulmanes.
Ascendiendo por la carretera de montaña aparece impresionante entre lo alto de la verde vegetación la
Basílica de Santa María la Real de Covadonga, destacando por el color rosáceo de la piedra con la que está edificada, entre las montañas de fondo.
En un lateral de la misma explanada donde se encuentra la
Basílica, se encuentra la
Santa Cueva, elemento central de este Santuario. Aquí esta la Capilla que contiene la imagen de la
Virgen de Covadonga y la tumba de
Don Pelayo, y junto a la cueva, el
Monasterio de San Pedro.
Desde allí se continúa por la misma carretera que asciende a las cumbres en dirección a los lagos.
En la oficina de turismo de
Cangas de Onís hay cámaras web para que el visitante pueda comprobar como se encuentra la climatología en estas montañas, pues no serías ni el primero ni el último viajero que llegue hasta ellos y no los vea por culpa de la perenne niebla reinante a esas altitudes de la montaña.
A pesar de que el día que nosotros decidimos visitarlos se desaconsejaba por completo, y es cierto que en las cámaras de la oficina se apreciaba una fortísima niebla, cuando alcanzamos los lagos, como bien sospechábamos, imprevisible como es la niebla de montaña, ésta se despejó por completo y nos obsequió con una bellísima estampa.
La carretera de acceso a los lagos, comienzan a proporcionarnos por el camino una imagen que entremezcla los paisajes de la montaña con el ganado que anda pastando a su antojo realmente evocador, que alcanza su punto álgido al llegar a los lagos.
El primero de los dos
lagos de Covadonga, el
lago Enol, es el más grande y está situado a unos 1.000 metros de altitud, contando con una profundidad de unos 25 metros.
El
lago de la Ercina, próximo al primero, está situado a poco más de medio kilómetros de distancia, a 100 metros de altitud por encima, es algo menor en tamaño y tiene bastante menos profundidad, no llegando a más de los 3 metros. Ambos son de origen glaciar.
La estampa que brindan al viajero, sin duda es de las más bonitas que se dan en la península ibérica, otro de los tantos y tantos lugares imprescindibles que conocer. La bucólica imagen de las vacas y ovejas pastando a su antojo junto a algún caballo entre los pastos que rodean a los lagos difícilmente se podrán olvidar.
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