sábado, 11 de abril de 2015

Plasencia en auto-caravana.

Catedral Vieja de Santa María.
Después de que nos recogieran en el aeropuerto, como habíamos acordado, nos transportaron en la misma auto-caravana que nos darían para las siguientes semanas hasta la oficina de la empresa con la que habíamos reservado, Servirent en San Sebastian de Los Reyes.
Esta empresa de alquiler de auto-caravanas la recomendamos absolutamente. El trato dispensado por el señor Ramón y la señorita Davinia, totalmente familiar nos encantó.
Parking público de Plasencia. Al fondo nuestra auto-caravana. 
No vamos ni a presumir ni a hablar aquí de precios, eso ya es cosa vuestra, pero por las fechas en las que viajamos, nosotros no nos podemos quejar. Además, como noviembre es temporada baja y les sobraban auto-caravanas, nos obsequiaron con una de superior categoría.
Después del papeleo pertinente, paramos en el centro comercial que se encuentra situado justo al lado para avituallar la que sería nuestra casa-móvil.

Un par de cosas nos salieron mal según lo que teníamos previsto. La Primera es que nos entretuvimos demasiado con la lista de la compra y no habíamos caído en que con el cambio horario de Canarias al peninsular se nos iba a caer la noche encima enseguida.
La Segunda, fueron las tremendas colas y atascos que pillamos a la salida de Madrid. El fin de semana había sido puente por la festividad de todos los santos y por lo que entendimos, algunas comunidades cercanas lo habían rodado para el lunes, así que para cuando logramos alcanzar la autopista ya casi estaba anocheciendo.

A Isabel, practicamente desde que nació y más cuando Marijose se reincorporó a su trabajo le tenemos una rutina horaria para el baño, la cena y acostarse a dormir, por lo que no podríamos avanzar mucho ese día, noche ya casi.
Para colmo empezó a llover. Pero a llover a cántaros. Así que no sabemos exactamente en cual, pero nos detuvimos, ya bastante pasada la hora de Isabel, con lo que la "perreta" que se pilló la pobrecita era de consideración, en un área de servicio y estacionamos entre dos enormes camiones tráilers.
Aún sin manejarnos del todo con la caravana, ya que no habíamos tenido tiempo de investigar ni de organizarnos en cosas como donde colocar a la niña para dormir, ni de cómo hacernos de comer, etc, pero como pudimos conseguimos que la niña por fin descansara de la paliza que le dimos de vuelos, caravana y demás. Cenamos unos sándwiches fríos para no molestarla mucho.
Esa noche, llovió muchísimo, y aprendimos que dentro de una auto-caravana, cuando llueve el ruido es bestial.
Al amanecer, ya con el clima algo mejor, después de prepararle y dar de desayunar a Isabel, salimos los tres a la cafetería del área en busca de desayuno para sus papis y reemprendimos la marcha. Llegaríamos a Plasencia a media mañana.
Entrada a la muralla.
Al llegar a la entrada de la ciudad, divisamos un parking público enorme, pero estaba a tope por que había un mercadillo ese día, así que dimos un par de vueltas y aparcamos donde pudimos, suponiendo que cuando la gente terminase se iría y encontraríamos sitio. Planeamos que ahí sería donde aparcaríamos para pernoctar esa noche.
Desde lo Alto de las murrallas de Plasencia.
 Nos preparamos, salimos y buscamos una oficina de información y turismo. En ella, nos informaron que efectivamente, en el parking público se podía pernoctar, así que cuando notamos que la gente salió del trabajo a medio día, volvimos y vimos que efectivamente el parking se había vaciado por completo. Rápidamente volvimos a por la auto-caravana y la estacionamos en el mejor lugar que podríamos haber imaginado, junto al río Jerte, en la plaza de aparcamiento más alejada de los coches, donde nadie nos podría molestar. Después de una primera noche bastante mala, en la que llegamos a pensar si habríamos hecho bien en viajar de este modo, lo agradecimos y empezamos a pensar que igual sí habríamos acertado.
Murallas de Plasencia.
En el mismo parking, hay un ascensor cerca de unas escaleras mecánicas que conducen directamente a una de las puertas de entrada al casco viejo por la muralla y allí mismo se encuentra la oficina de turismo, en la que se puede conseguir indicaciones acerca de los puntos más interesantes que visitar. Nos informaron de que el lugar donde podríamos pernoctar en la auto-caravana era precisamente el que habíamos elegido.
Acueducto romano de Plasencia.
El diminuto centro de Plasencia concentra un gran número de atractivos turísticos interesantes para visitar y entretenerte durante toda una jornada. Realmente no nos la esperábamos. Fue una primera grata sorpresa de esta parte de la ruta en Extremadura.

Hay un par de grandes catedrales que se pueden visitar, La Catedral vieja de Santa María y La Nueva, además de unas cuantas iglesias importantes, entre las que destaca lo que hoy en día es el centro de Parador de Turismo.
Entrada al Centro del Parador de Turismo.
También hay un par de palacios y algunas casas señoriales dentro de las murallas, de las que se conserva una parte a la que se puede subir y pasear.

Algunas puertas interesantes como la del Sol o la de la Judería y otro atractivo interesantísimo es el Acueducto Romano. del que se conservan en buen estado 55 arcos que ocupan unos 300 metros de longitud.

Presidiendo la Plaza Mayor, como es frecuente, el ayuntamiento, en el que su Torre del Reloj tiene colgada la curiosa figura del abuelo Mayorga.

La Plaza Mayor concentra algunos restaurantes en los que descubriríamos que la gastronomía extremeña, de impresionante calidad-precio, iba a ser uno de los puntos fuertes de este viaje, por lo que tendríamos que hacer muy poco de comer en la caravana, mayormente las cenas y las comidas de Isabel, que consistía en calentar agua para prepararle sus biberones.

Al término de un gran día de paseo en Plasencia, en el que el clima nos respetó a pesar del frío, volvimos a nuestra caravana cuando empezaba a oscurecer, sobre las seis de la tarde, para jugar un rato con Isabel junto al río Jerte, dejar que gateara y se ensuciase hasta que se cansara hasta la hora de comenzar con sus preparativos del baño y la cena.

Después de acostarla comenzaríamos a preparar las cosas y en la cama intentamos investigar el próximo punto al que nos dirigiríamos por la mañana después del desayuno, pero caímos rendidos.

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