Sevilla en auto-caravana.

Plaza de España de Sevilla.

Dejamos atrás Extremadura para adentrarnos en Andalucía a bordo de nuestra auto-caravana de alquiler, y lo hicimos visitando una de las ciudades más emblemáticas de esta comunidad autónoma, que sí, efectivamente como cantó el dúo "Los del Río", Sevilla tiene un color especial.

La catedral y la Giralda de noche.

Sevilla es la ciudad más poblada de España y su casco histórico, donde se aglutina la mayoría de su impresionante patrimonio monumental es uno de los más grandes de Europa, por lo que rebuscando en Internet las experiencias de los auto-caravanistas "más profesionales", decidimos localizar la población turística de Gelves, donde en su muelle deportivo privado, por unos 14€ la noche, pernoctaríamos los siguientes días a orillas del río Guadalquivir, alejados del bullicio de la ciudad y evitar la problemática del aparcamiento, sumando además la comodidad de que por el día dejábamos allí mismo la auto-caravana bien vigilada y en la misma puerta teníamos la parada del autobús público que llega al centro en aproximadamente 45 minutos.

La impresionante Catedral, que tiene anexa a La Giralda, el Alcázar, el Archivo de Indias y la Torre del Oro son sus principales reclamos para el visitante desde el punto de visita del Patrimonio Histórico que les otorgó la Unesco.

Vistas de la Catedral desde La Giralda.

La Catedral de Santa María de la Sede es la de mayor de estilo gótico con mayor superficie del mundo y fue construida sobre el solar que quedó tras el derrumbamiento de la Mezquita de Aljama, de las que se conservan el Patio de los Naranjos y el alminar de La Giralda, reconvertido a la función de campanario de la catedral y que cuenta con casi 95 metros de altura.

A la Giralda siempre se la ha comparado con el aminar de la mezquita de Koutoubia, que tuvimos la suerte de conocer y visitar durante nuestra Ruta por Marruecos, pues en ella se basaron para su construcción.

Momento Selfie desde uno de los miradores en lo alto de La Giralda.

El acceso a la Giralda se hace desde el interior de La Catedral, después de haber descubierto algunos de los tesoros que ésta alberga, como por ejemplo la tumba de Cristóbal Colón, y desde lo más alto, ofrece unas vistas impresionantes de la ciudad que no pueden omitirse si se está conociendo la ciudad.

La Catedral desde el Patio de los Naranjos.

También desde el interior de La Catedral, se accede al Patio de Los Naranjos, en origen el patio de la Mezquita, que contiene 66 naranjos y en el centro una fuente visigótica.

Sepulcro de Cristobal Colón en el interior de la Catedral de Sevilla.

Además de lo mencionado, la visita de las diferentes Capillas y Sacristías de La Catedral, a cada cual más interesante, pueden ocupar al visitante durante gran parte de la jornada, por lo tanto, es mejor dejar el Alcázar para otro día.

Entrando al Real Alcázar de Sevilla.

El Real Alcázar de Sevilla, es un conjunto de palacios amurallados, cuya construcción dio comienzo en la Alta Edad Media, y se prolongó por diversas épocas, pasando por la islámica, mudéjar, gótica, renacentista y barroca, confiriéndole un carácter propio.

Portada del palacio Pedro I en el interior del Real Alcázar.

La visita que comienza cruzando Las Murallas por La Puerta de León, puede alargarse toda la jornada, explorando las diferentes estancias, patios, salas, palacios en los que destacan sus bonitas fachadas como el de Pedro I o Mudéjar, hasta llegar a los famosos Jardines del Alcázar Real.

Acceso al salón Embajadores del palacio Mudéjar. 

La Torre del Oro, a orillas del Guadalquivir y junto a la famosa plaza de toros de la Real Maestranza, es el otro de los monumentos históricos emblemáticos que no hay que perderse, sobre todo al atardecer.

Torre del Oro.

Casi todo este complejo monumental de Sevilla, está enclavado entre los emblemáticos barrios de Santa Cruz y el Arenal, una antigua judería, donde sus pintorescas y laberínticas callejuelas de fachadas blancas y amarillas, adornadas por típicas macetas con flores por sus habitantes, hacen las delicias de los visitantes, que rebuscan en los negocios dedicados a ellos, las cafeterías y los famosos bares-restaurantes de taperío típico andaluz, que tanta fama le han dado a Sevilla por el encanto y la simpatía de los sevillanos y andaluces en general, que allí se buscan la vida.

Enfrente de la Torre del Oro, al otro lado del Guadalquivir, se encuentra el legendario barrio de Triana, lugar donde solían vivir los gitanos, de donde se dice que nació el arte flamenco. La calle Betis, junto al río es la más popular para tapas y copas.

Panorámica de la Plaza de España de Sevilla.

El parque María Luisa, es el pulmón verde de la ciudad, lugar imprescindible al viajar con niños. Alberga la Plaza de España, un lugar majestuoso construido para la Exposición Iberoamericana de 1.929. Está repleta de fuentes y canalillos que hacen las delicias y proporcionan un gran descanso al visitante que llega hasta aquí desde el centro.

Rematando el centro de la plaza, hay una enorme y bonita fuente, y en un lado de su perfil semi-circular, una obra a base de ladrillo y azulejo, con mapas de momentos históricos de cada comunidad autónoma.

Desde allí se pueden alquilar calesas para hacer un recorrido por la ciudad o alquilar un bote para recorrer los canales artificiales de la plaza. Isabel, aprovechó para arrastrarse todo lo que quiso por el suelo y practicar el gateo por todos los rincones de este maravilloso lugar del que nos trajimos uno de los momentos más gratos de este lugar y de este viaje. 

Muchas anécdotas nos trajimos de Sevilla de este primer viaje de familia por Andalucía, como la de una noche, en la que buscando el autobús de regreso a Gelves, nos extraviaron con sus exageraciones y los "más o menos cerca de ésto o aquello" de los viandantes a los que preguntábamos por la parada, o los jugueteos de Isabel en el autobús con los pasajeros a los que se les caía la baba con ella y les regalaban generosas gracietas y piropos. Sevilla, una ciudad con color y encanto especial, a la que tendremos que volver sí o sí.