miércoles, 10 de agosto de 2016

La Iglesuela del Cid


Desde Ares del Maestre, volvemos a hacer una pequeña incursión a la provincia de Teruel, Aragón, para ir a conocer otro de esos pueblos bonitos de España encuadrados en la ruta de gran auge de El Camino del Cid.

A tan sólo unos veinticinco minutos de carretera, y dejando a mitad de camino el desvío que tendríamos que tomar unas horas más tarde para alcanzar la costa valenciana, llegamos a La Iglesuela del Cid.
Campanario de la Iglesia de la Asunción y Torre Los Nublos.

Entre tanto bonito pueblo que hay por esta zona del Maestrazgo, es muy difícil decantarse a la hora de elegir uno como favorito. Para nosotros La Iglesuela del Cid fue uno de los que más nos gustó.

La villa de La Iglesuela del Cid, situada a 1.227 metros sobre el nivel del mar, esta dividida por dos riachuelos que pasan por su centro, dividiéndola en tres partes. Declarada Conjunto Histórico Artístico, en la zona central que delimitan estos riachuelos, se concentra una serie de edificios y construcciones notables.
Fachadas de la calle principal de La Iglesuela del Cid.

La Iglesuela de Cid posee un gran recorrido histórico que se remonta a los restos prehistóricos de la edad de Bronce hayados que dan fe de los primeros pobladores del lugar.

Hay múltiples documentos que demuestran que Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, se asentó en este lugar en su paso hacia el Levante durante sus batallas contra los moriscos. Fue precisamente él quién mandara a fortificar la ciudad.
Fachada del ayuntamiento.

Su época de mayor auge fue entre los siglos XII y XIII en la que se convirtió en exportadora de lana de ovino muy apreciada en Italia.
Desde la época de los árabes, pasando por los templarios e incluso la Guerra Civil española, esta zona ha sido castigada a lo largo de la historia por largas, duras y cruentas batallas, lo que le ha dado a esta villa ese aire recio y de antigüedad.

Cruzando el puente de la calle San Pablo, donde comienza el recorrido a pie por esta ciudad, hay un punto de información turística que ofrece al visitante numerosa información del lugar y un plano.

Justo al lado del punto de información turística observamos el Campanario de la iglesia de la Purificación y la Torre Los Nublos.

Atrevesando el arco que separa la Torre y el Campanario llegaremos a la Plaza Mayor, donde desde su interior podemos observar la fachada porticada que une estos edificios y que albergan la actual sede del ayuntamiento de La Iglesuela del Cid. 
Desde ahí, descendiendo por la principal calle Ondevilla, se pueden apreciar las fachadas de las casas solariegas del siglo XVIII y al final de la misma, giramos y ascendemos la calle paralela, por la que se ven los restos de las murallas entre imágenes rurales, hasta llegar a la fuente de San Juan del siglo XIV y los Lavaderos, en donde se obtiene la fotografía más famosa y conocida de esta villa.

Nos sorprendió ver que aún hoy en día alguna vecina del lugar, mujeres mayores por lo general, acuden hasta aquí para lavar su ropa a mano, como se venía haciendo hasta no hace tanto tiempo como nos imaginamos.

Isabel se durmió mientras recorríamos lo que nos quedaba por ver bajo un sol justiciero, así que buscamos un lugar para almorzar. Hay un restaurante algo "pijito" en la calle Raballa que no nos hizo mucha ilusión, y eso que nos costó localizarlo gracias a las confusas indicaciones que nos dieron primero una chica del lugar y después un señor de origen magrebí afincado en la zona, que nos despistaron, así que caminamos a la carretera principal donde habíamos visto dos bares.

El primero, el bar Tropezón era simplemente el típico barito donde se reunían los lugareños para tomar sus cervecitas y sólo ofrecían tapas, pero un poquitín más abajo, el restaurante Amanda, que también ofrece habitaciones para alojarse, tenía los típicos menús de toda España, es decir, buena comida a buen precio, así que allí almorzamos. Isabel despertó de su siesta y también quiso su parte.

Una vez almorzados y hubimos descansado a la sombra del portal de la fuente nueva, enfrente de Campanario, retomamos la carretera rumbo a la costa valenciana, haciendo una parada para conocer otro bonito pueblo a mitad de camino...

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